Me maravillan los verdes prados
asomados a un mar azul y en calma
y allá, a lo lejos, los montes nevados.
Y las estrelladas noches del alma,
con su luna cómplice de enamorados.
Pero lo más sublime es recrearse
contemplando, a la luz de una vela,
la cascada de tus rizos posarse
sobre el océano de acuarela
de tu espalda desnuda, color canela